Detenerte y analizar antes de ejecutar, el error más común es continuar trabajando sin consultar al supervisor o arquitecto.
En la industria de la construcción, los planos son la guía de cualquier proyecto, pero puedes encontrarte en situaciones en las que surjan diferencias entre el plano y el terreno. Estas discrepancias pueden generar retrasos, sobrecostos e incluso conflictos entre los equipos de trabajo si no se gestionan correctamente.
Si te has encontrado en una situación similar, este artículo es para ti, sigue los siguientes pasos:
1. Detenerse
Si has notado que la medida, nivel o el terreno no coincide con el plano, lo primero que debes hacer es detenerte. No es recomendable avanzar ya que una decisión apresurada puede significar mayor costo y retrasos en la obra por el hecho de rehacer el trabajo.
2. Verificar en campo
Si tienes aún dudas, es necesario que antes de asumir que el plano está mal, verifiques físicamente las condiciones:
- Medir dimensiones reales del terreno, muros o estructuras.
- Confirmar niveles, pendientes y alineaciones.
- Comparar con referencias fijas de la obra (cimientos, columnas, ejes principales).
Muchas veces, los desajustes provienen de errores de replanteo o de tolerancias de construcción acumuladas.
3. Comunicación inmediata con el proyectista
Después de detenerte, analizar y confirmar que el plano este mal y una vez identificado el problema, el siguiente paso es informar al arquitecto o ingeniero responsable del proyecto. Ellos son quienes deben tomar la decisión técnica sobre cómo corregir o ajustar. Es recomendable:
- Documentar la situación con fotos, croquis y medidas.
- Señalar con claridad la parte que no coincide.
- Plantear posibles alternativas sin ejecutar cambios sin autorización.
4. Evaluar alternativas técnicas
En muchos casos, existen diferentes caminos para solucionar el desajuste:
- Ajustar en obra: con pequeñas modificaciones de dimensiones o acabados.
- Emitir un plano corregido: con las nuevas medidas.
- Diseñar un detalle constructivo específico: que permita salvar la diferencia sin comprometer la calidad estructural ni estética.
La clave está en elegir la opción que genere menos impacto en costos y tiempos, manteniendo siempre la seguridad y funcionalidad del proyecto.
5. Registrar los cambios aprobados
Un error común en obra es resolver de palabra y seguir adelante. Esto genera confusión y problemas futuros. Por eso, cualquier ajuste debe:
- Quedar por escrito en bitácora de obra.
- Estar firmado por el responsable técnico (arquitecto, ingeniero o supervisor).
- Incorporarse, si es posible, en un plano “as built” (plano final construido).
De esta manera, todos los involucrados tienen la misma referencia y se evita la improvisación y confusión.
6. Prevenir en futuros proyectos
Las discrepancias entre plano y realidad se pueden reducir si se toman precauciones desde el inicio:
- Levantamientos topográficos y arquitectónicos precisos.
- Uso de herramientas digitales como BIM, que permiten modelar y anticipar interferencias.
- Comunicación constante entre diseñadores y equipo de obra.
- Revisiones de replanteo antes de arrancar con la construcción.
Conclusión
Que el plano no coincida con la realidad en obra es una situación más común de lo que parece. Lo importante es saber cómo gestionarlo. Detenerse, revisar, comunicar, decidir en conjunto y documentar son los pasos clave para mantener el control del proyecto.
La construcción siempre implica imprevistos, pero con un proceso claro y una comunicación efectiva, esos obstáculos se convierten en oportunidades para mejorar la coordinación y fortalecer la confianza entre arquitectos, ingenieros y albañiles.